Volviste a caer, te caes y te levantas,
dices que puedes continuar,
pero nunca continúas, tropiezas,
caes y tratas de ocultarlo.
Escapas oculto tras promesas baldías,
promesas con las que mientes,
te mientes a ti mismo, y mientes a quienes te rodean
promesas que ya son una montaña y pronto se derrumbarán.
Y confías en poder escalar esa montaña,
pero esperas, sigues esperando a que un día esa montaña deje de crecer
cierras los ojos creyendo tus promesas y mentiras,
te niegas enfrentarte al monstruo que creaste,
y lo alimentas en secreto cada día.
Lo alimenta tu cobardía,
cobardía de la que nació y hoy lo hace más grande que tú,
cobardía que hoy te define como persona,
cobardía que sepulta las que fueron tus virtudes.
Asumir tus errores es una carga demasiado pesada,
y arreglarlos es demasiado costoso para tu pobre espíritu.
Te balanceas al borde del desastre incapaz de ayudarte.