Era temprano. La calle estaba desierta y empapada por el rocio nocturno. Ya empezaba a salir el sol y sus rayos atravesaban la vieja reja oxidada del local.
Iba caminando lentamente entre charcos y excrementos de perro, tratando de no pisar ninguno. De pequeño me conocían en la escuela como el "Pisa Mierdas", que tiempos aquellos... Mi barrio es un lugar en el cual habitan seres tan diferentes como colores existen. Está el típico chico callado que siempre anda mirando hacia el suelo, el vecino payaso al que tienes que reirle todas las gracias, el tarado que siempre va corriendo a todos lados y una larga lista de pintorescas formas de vida...
Es digno de esta Historia.
Pues bien, seguía caminando por la calle. Lo único que escuchaba el viento arrastrando a las secas hojas que ya habían caido de los árboles. Algunas bolsas echaban a volar y los cartones que ya no cabían en los contenedores atestatados de cosas se movían por el suelo.
Giré la esquina y para mi sorpresa, me encontré con un tipo al que nunca antes había visto. Estaba allí tan inmiscuido en su labor que no se había percatado de mi presencia. Lo que estaba haciendo me llamó mucho la atención; estaba pintando la vieja reja oxidada de color Verde. Me quedé un rato observándolo, pero seguía sin darse cuenta de que estaba allí... Decidí garraspear, porque la situación se volvía un tanto incómoda y extraña... Cuando lo hize, me miró y recogió todo el arsenal que allí tenía desplegado para llevar a cabo su pintoresca y Verdosa misión... Dobló la esquina, y desapareció...
Había llegado la hora de abrir el negocio, levanté la persiana a medio pintar y empezé a colocar el chiringuito. Poco a poco empezaron a llegar los trabajadores, uno a uno... Con cara de Lunes y con pocas o ninguna ganas de trabajar. Empezaron a llegar los proveedores, a cada cual más pintoresco y especial. Sobretodo Ramone que con su aspecto descuidado y desaliñado le daban un toque inusual y cómico que junto con su personalidad chistosa y campechana, a veces insultante, lo hacían un tipo un tanto peculiar... Su bigote negro y alargado le daba un toque aún más gracioso. Más de una vez tuve peleas con él, por ser un farsante.
Y luego estaba Rose. Todos los días venía a la misma hora, compraba las mismas cosas, se ponía en el mismo sitio del mostrador y saludaba de la misma manera. Su piel morena, su pelo castaño y sus ojos marrones la hacía brillar cada mañana... Era especial.
Había empezado a llover.
Todos habían salido un momento, menos yo. Estaba colocando cosas en las estanterías y escuché que alguien entraba. No le hize mucho caso hasta que empezó a hablar...
Su manera de repetir la misma palabra cinco o seis veces en una misma frase lo identificaban a la perfección. Era bastante alto. Algo entrado en años. Le faltaba bastante pelo y andaba muy raro. Parecía un tipo normal, pero en su mente... Todo era un caos, un caos sexual. Era un obseso del sexo, no tenía otra cosa entre ceja y ceja... Le daba igual que fuera hombre o mujer... Ya habíamos tenido problemas con él. Así era Foggy. Un demente con una única obsesión... El Sexo.
Sin darme cuenta, se acercó por mi espalda... Me puso una mano en el hombre y empezó a hablar. Me quedé inmóvil durante un instante, por el rabillo del ojo ví el cuchillo con el que un rato antes estube limpiando el jamón... Lo agarré fuertemente y lo hundí en su vientre. No le dejé terminar la frase. Calló al suelo de rodillas, y sobre su cabeza empapada calló una Lata de Tomate de 800 Gramos... Aunque ahora pesaba más, se añadió un Gramo más, que es lo único que tenía sano en aquella cabeza. Lo demás era bazofia que empezaba por S y terminaba por O.
Allí se quedó, desangrandose y con la cabeza abierta por una lata de Tomate...
Una mujer entró.
- ¿Y ese olor...? - preguntó extrañada.
- Tranquila, son los Tomates que vienen Defectuosos... - respondí mientras le servía medio kilo de tomates Verdes y otro de tomates Rojos.
Al día siguiente, allí volvía a estar aquel tipo pintando la reja de color Verde.